Cuando a uno le preguntan a qué quiere dedicarse el resto de su vida, es imposible evitar una sensación de miedo a elegir lo incorrecto, abrumarse, incluso agobiarse por tener la obligación de cerrar puertas para encaminarse dentro de un futuro incierto.

Por suerte para mí, tenía claro mi oficio desde que era muy pequeña. A pesar de ello, este último año han pasado por mi mente numerosas carreras que han llamado mi atención, que van desde unas ramas hasta otras totalmente distintas: Matemáticas, Economía, Derecho,

Farmacia, Filosofía, Biomedicina, Química… La curiosidad es una cualidad que te incita a indagar, aprender, conocer, pero la dificultad se presenta cuando no tienes la posibilidad de aprender todas las materias de tu interés a la vez.

Sin embargo, Canarias Masterclass me ha permitido ver que no me he equivocado al escoger lo que quiero hacer. Borró de mi mente la incertidumbre de no saber si había elegido de manera correcta o no.

Cuando nos explicaron en lo que consistía Canarias Masterclass, lo percibí como una oportunidad laboral que debía aprovechar. Durante el proceso de selección, mi ilusión crecía en cuanto recibía un correo diciendo que había pasado a la siguiente fase. Hasta que el 12 de mayo, me dieron el mejor regalo de cumpleaños: había sido seleccionada dentro de los 50 participantes e iba a pasar un día entero con un profesional del campo al que quería dedicarme: La Medicina.

En el momento en el que entré por las puertas de Hospiten, me sentí como una niña pequeña que entraba con ilusión por primera vez a un parque de atracciones. Allí me recibió Lola, mi mentora, y me llevó hacia la consulta. Tras pasar con ella algunos pacientes, explicarme con gran detalle las principales enfermedades y su especialidad en concreto, subimos hacia la planta de quirófano. Me puse el pijama como quien se viste en un día muy especial y por un momento sentí que realmente era una doctora más.

Al cruzar la puerta del primer quirófano, no podía dejar de admirar toda la maquinaria que allí se encontraba. El primero en concreto se trataba de una prostatectomía. Lola me presentó a dos anestesistas, ambos encantadores, que me explicaron con detalle todo aquello que debían controlar, así como los fármacos que se usan y qué es lo que significa cada cosa que mostraba el monitor.

Tras ello, los cirujanos generales me permitieron presenciar dos operaciones que me cautivaron. A través de una cámara, me explicaban paso a paso qué es lo que hacían, y yo, con gran interés e ilusión, les escuchaba y no paraba de preguntarles dudas que ellos, con placer, me aclaraban.

Hasta que finalmente, llegó la joya de la corona: Lola, mi mentora, tenía que hacer una cesárea de urgencia. Se trataba de una mujer cuyo parto se había prolongado excesivamente y era hora de sacar al bebé.

En el preciso momento en el que vi como Lola agarraba a la nueva criatura, no era consciente de lo que estaban presenciando. La niña comenzó a llorar, y a punto estuve de hacerlo yo también pero de la emoción. Fue un momento que realmente quedó marcado en mí, y que recordaré como algo milagroso y conmovedor.

Además de todo ello, Lola me presentó al cardiólogo Alejandro de la Rosa, quien me invitó a ir de nuevo a Hospiten otro día para conocer un poco más sobre su especialidad, que también despertaba especial curiosidad en mí. El lunes fui de nuevo y estuve junto a él en la sala de resonancias, donde me explicó las imágenes de corazones, así como nuevas técnicas que se llevaban a cabo dentro del campo de la cardiología. Estuvo muy atento en todo momento, y al igual que el resto de doctores, no cesó de responder mis mil millones de preguntas.

Ya era la hora de despedirse, y cuando salí por las puertas de Hospiten, me recorrió una sensación de gratitud difícil de describir. Tan solo soy una niña de 18 años, a la que le brindaron la oportunidad de ser partícipe durante un día de la vida que quiero tener, y ahora más que nunca lo veo con claridad: la Medicina es mi vocación. No imagino a una Ana del futuro haciendo otra cosa que no sea esta.

Por todas estas razones, quiero darles mil gracias a la empresa Masterclass, tanto por tener esta gran iniciativa de incentivar el empleo en Canarias, (tan necesario para el futuro de nuestro archipiélago), como por dejar adentrarnos en esta aventura, principio de un camino hacia la vida laboral, que realmente no es tan remoto y lejano como lo parece.

Por último, me gustaría agradecer tanto a Lola, por ser una mentora excepcional, una gran profesional en su trabajo, y por estar pendiente de mí en todo momento, como al resto del equipo médico que me enseñó tantísimo y de los cuales aprendí sobre la Medicina. Ha sido un verdadero placer.