Eran las ocho y media de la mañana cuando llegué al hospital, sin saber bien lo que me esperaba y estando muy ansiosa y emocionada de poder acompañar a un cirujano durante una jornada entera de trabajo. Sin duda, una oportunidad única para poder conocer el mundo de la medicina y, saber por fin, si eso era a lo que me quería dedicar para toda mi vida, aunque dentro de mí ya lo sabía.
En la recepción del hospital, el doctor Barrera me recibió con una cálida sonrisa que logró aplacar mis nervios. Comenzamos la jornada visitando a sus pacientes postoperatorios, a quienes su trato y palabras tranquilizadoras les proporcionaba seguridad y tranquilidad. En el hospital se respiraba un ambiente alegre y familiar, me recordaba un poco a la serie Anatomía de Grey, donde todos los enfermeros y médicos compartían unos minutos de descanso antes de volver al trabajo.
Tuve la suerte de presenciar mi primera cirugía, una hernia en una pierna. Me sentí extraña viendo como trabajaba cada profesional mientras simplemente observaba, los cirujanos, las enfermeras y el anestesista, todos concentrados y tan seguros de sí mismos. Me esperaba un ambiente más frío, y aunque sí que hacía muchísimo frío en aquellos quirófanos, me sentía bien, se escuchaba música de fondo y los cirujanos tenían conversaciones normales entre ellos mientras trabajaban.
En otra de las operaciones que pude presenciar, una hernia de mayores dimensiones, quedé en shock por los avances tecnológicos que existen y lo fácil que hacen ver los doctores el procedimiento. El doctor me explicó paso a paso la cirugía: cuatro incisiones laterales, inyectar aire para separar la hernia de la piel, uso de las pinzas laparoscópicas coagulantes. Me pareció increíble.
Mi mentor me enseñó el método de lavado de manos antes de la cirugía y todo el procedimiento para mantener la esterilización dentro de quirófano. Pude ayudarle con tareas sencillas como sujetar pinzas sintiéndome cirujana de verdad por un momento. Otra de las lecciones que aprendí es la importancia del trabajo equipo, cada miembro del equipo quirúrgico tenía un papel vital y la comunicación era esencial para el éxito de la operación. Desde los enfermeros hasta los anestesiólogos, todos trabajaban en armonía para asegurar el bienestar del paciente.
Sin duda, este día acompañando a mi mentor fue una experiencia inolvidable. Cada momento fue una lección, y cada cirugía, una muestra de lo compleja y bonita que es la medicina. Me siento súper agradecida a Canarias Masterclass por haberme dado la oportunidad de vivir esta experiencia y, en especial, al Doctor Manuel Barrera, por haberme dedicado su valioso tiempo y trabajo.
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