Llevo toda la vida buscándome; siempre viviendo bajo las creencias de lo que debería ser, de lo que debería elegir, por lo que debería apostar. Creyendo que mis ganas de aprender lastrarían mi camino; que mi fuerza y tenacidad serían lo opuesto a un don. Viviendo, pues, para enorgullecer a todos cuanto me conocían; complaciendo, en tanto, a mi autoexigencia.
Todo ello, me llevó mil y una vez a cuestionarme cuál sería mi verdadera vocación; amaba leer y escribir, entonces, ¿por qué no ser escritora? “Porque eso no tiene futuro”; descubrí la costura, y adoré cada uno de los tejidos y herramientas que me ayudaban a completar esta hazaña, entonces, ¿por qué no hacer diseño de moda? “Porque tienes una gran capacidad”; me enamoré de la biología, y quise rodearme de microscopios y bichejos que contemplar, entonces, ¿por qué no dirigirme hacia este mundo? “La biología es demasiado amplia”.
Todas aquellas voces que me impedían elegir mi camino, fueron las mismas que silencié cuando opté por farmacia. Aún recuerdo indagar entre todas mis opciones e investigar acerca de las salidas y de las asignaturas que conforman cada una de las carreras que en algún momento pensé para mí; y ninguna me llenó. Farmacia nunca había sido una opción, por eso de que “estudias muchos años, pero todos terminan dispensando medicamentos”.
Nadie se imagina, por un segundo, que hay profesionales de este ámbito como Victoria, que aman su profesión, y que demuestran la versatilidad de la misma; expertos que han trabajado en diferentes países, y han completado su formación con múltiples cursos; investigadores que han de vivir actualizados, por la rapidez con la que se desarrolla la ciencia; farmacéuticos que se alejan del estereotipo impuesto por la sociedad.

Tal día como hoy, mi mentora me ha demostrado lo lejos que se puede llegar cuando uno hace lo que le llena; cuando realiza aquello que activa la secreción de dopamina. Sin dejar atrás su gran trayectoria, me ha enseñado la labor que desempeña en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santa Cruz de Tenerife. Tras haber pasado esta jornada laboral a su lado, he descubierto a una serie de profesionales muy diversos que cooperan entre sí, y me ha dado una amplia visión de todo lo que puede ofrecerme esta carrera.
Cuando uno realiza un esquema mental de un sitio como el COF, lo llena de laboratorios y de batas blancas por doquier; nada más lejos de la realidad. Esta institución cuenta con abogados, ingenieros e informáticos, y con un amplio abanico de oportunidades que me han demostrado que farmacia es la mejor opción; porque a pesar de contar con más ordenadores que pibetas, reúne todas las ciencias que me apasionan.
Hoy, más que nunca, sé que mi futuro está en esta dirección, y que he de remar a pesar de las tormentas que se crucen por mi camino. Porque tal y como me ha repetido numerosas veces Victoria, “debes hacer aquello que te hace feliz”.