“La arquitectura es vida”.

Qué buena frase para cerrar parte de una gran experiencia y para abrir los relatos de la misma. No me imaginaba cómo podía ser esta mentoría, ni mucho menos que aprendería tanto, no solo de lo que haré en un futuro sino de la historia de nuestra ciudad. A lo largo de la mañana del 15 de junio he tenido la grandísima oportunidad de recorrer las calles de Las Palmas de Gran Canaria de la mano de José Manuel Pérez Luzardo, con quien congenié desde el evento de presentación. Como decía, pude entender y conocer más en detalle algunos edificios de la ciudad que veo casi a diario pero que nunca me había parado a observar.

Nos estuvo enseñando diversas obras suyas, entre las que se encuentra su propia casa, pero quisiera destacar uno de ellos, el edificio de la ONCE en Primero de Mayo. Nunca me había llamado la atención, pero conociendo su historia, cuando pase por ahí lo miraré con otros ojos. Gracias a lo que nos explicó, pude darme cuenta de un factor esencial a la hora de diseñar un inmueble: facilitar la estancia en él a los usuarios. Cada planta es exactamente igual a la anterior, con los accesos en los mismos sitios, los aseos también, todo esto con el objetivo de que los invidentes pudieran orientarse más fácilmente, pues conociendo una planta, conoces todas. La variedad de texturas así como los colores empleados, servían de guía, además de dinamizar la estructura. Esos pequeños detalles, que no sé si me enseñarán en la escuela, marcan la diferencia entre un arquitecto que se centra en el edificio y un arquitecto que piensa en la utilidad del edificio y en sus habitantes.

Pude conocer también a varios alumnos de arquitectura de diversos cursos y edades, que no solo me animaron a seguir y a elegir esta carrera, sino que me aconsejaron sobre la misma. Además me hicieron ver lo que ya me suponía, lo bueno que era mi mentor como profesor y como profesional.

Este día me ha enseñado lo que esconden los edificios aparentemente normales, algo que tan solo el arquitecto que intervino en ellos y aquellos del gremio pueden entender. Me ha enseñado también la importancia del trabajo duro y la perseverancia, sobre todo de cara a mi próxima carrera universitaria. Además, José Manuel nos ha puesto ejemplos de proyectos que se llevaron a cabo y de otros que no, como la antigua Residencia Inagua de Primero de Mayo (edificio que llamaba mucho mi atención por lo imponente y abandonado que está pero que nunca había oído su historia hasta hoy), así como de proyectos hechos a gusto del arquitecto y otros a gusto de quien paga (ahí aprendí que no siempre uno edifica lo que desea, pero que sus ideas acaban en buen puerto). Sin duda, lo que más me ha enseñado es a mirar hacia arriba. Cuando ando, suelo hacerlo mirando al frente o al suelo y con prisas para llegar a los sitios cuanto antes, sin prestar atención a mi entorno. Levantar la vista, y ver los edificios que constituyen la ciudad, cada uno con su historia más o menos interesante va a ser uno de los leitmotivs de mi verano.

La arquitectura es vida, y alberga vida; la arquitectura es arte, y lo es más cuanto más se conoce; la arquitectura es historia, y hoy he reafirmado que es mi futuro gracias a José Manuel Pérez Luzardo y a Canarias Masterclass.