Como si de un actor famoso se tratase, a las 8:15 me recogería un coche para llevarme al rodaje. Veía los coches pasar y nervioso me preguntaba cómo sería todo, pero lo que más llamaba mi atención era saber cómo sería la gente que se dedica a esto del cine. Menos mal que mi carruaje llegó puntual y no me dio tiempo a darle muchas vueltas a la cabeza.

Mi chófer era mi mentor, José López, el hombre detrás de toda la organización de “Palante Producciones”. Igual que el día en el que nos conocimos, desde el principio me trató como a un amigo. En el coche me contó la idea del proyecto y lo que buscaba transmitir con la pieza, como si yo fuera otro productor importante. A las 9:00 ya estábamos en el lugar adecuado según “Google Maps”.

Efectivamente era el sitio, allí estaba su hermano, Darío López, esperándonos. También me saludó como si me conociera de siempre y yo lo saludé como si sus vídeos no me salieran en todas las redes sociales, como a cualquier otro canario. Me da mucha pena, pero por secreto profesional no se me permite contar detalles de lo que grabamos, ya saben, cosas que nos pasan a los productores. Aun así les puedo contar qué hicimos sin entrar en detalles.

Empezamos buscando las mejores localizaciones dentro de la zona en la que habían quedado. A las 10:00 llegó el director con todo su equipo técnico y empezamos a grabar. Cada uno muy metido en su función, la mía: ayudante de producción, foto fija y actor (sí, tengo un cameo). Empezamos por las escenas más complejas, que requerían una gran paciencia y meticulosidad. A las 13:00 engullimos ansiosos unas pizzas mientras surgían temas como los tipos de subtítulos, los festivales a los que acudirían el próximo mes o el mundial de fútbol de Rusia. El helado nos lo terminamos por el camino mientras se decidía cuanto debería tardar la grabación de cada escena. Ya a las 16:00 llegaron todos los extras y, entre risas, grabamos hasta las 19:00. Exhaustos pero orgullosos con el trabajo realizado, nos despedimos.

De regreso a casa conversé con mi mentor acerca de los proyectos que ambos estábamos llevando a cabo por nuestra cuenta. Justo antes de llegar al destino, me invitó a pasar un día con él en el estudio para ver “la otra cara” de la producción audiovisual, el trato con los clientes y el desarrollo creativo de las ideas. Esta invitación deja el final de esta historia abierto. Así que… Continuará.

Nicolás Aranda Robayna